El pintoresco cementerio de Montparnasse
A principios del siglo XIX, la ciudad de París tenía tres cementerios; actualmente tiene más de veinte, plenamente integrados a la vida urbana, como un lugar de encuentro entre los vivos y los muertos, los famosos y los desconocidos, los contemporáneos y sus antepasados.
Los cementerios de París abarcan 422 hectáreas, 25 Km. de muros de cierre, más de 100 Km. de carreteras, 200 Km. de senderos y más de 150 edificios de todo tipo. Actualmente se han transformado en lugares de recogimiento y meditación, ornados con flores, arbustos y árboles de diversas especies, visitados por excursionistas y turistas que buscan disfrutar de la tranquilidad y el patrimonio cultural y natural que representan.
Cada cementerio tiene sus particularidades. Por ejemplo, el de Pantin es el más grande de toda Europa, con calles arboladas y parquizados y es el hogar de muchas aves y ardillas.
Otros son muy pintorescos, como el de Montparnasse, en realidad el Cementerio del Sur, que hoy les invitamos a conocer. Se encuentra en el corazón del barrio, entre la plaza Edgar Quinet y el Boulevard Raspail. Fue inaugurado en 1824 y sus avenidas están bordeadas de tilos, fresnos y coníferas; en la rotonda central nos recibe «El Genio del sueño eterno», conjunto escultórico de bronce del artista Horacio Daillion, el mismo de las estatuas de la fachada de la catedral de Notre-Dame.
Con sus 19 ha. es el segundo más grande de París y también uno de los mayores espacios verdes de la ciudad; llegó a tener 1 200 árboles. El lugar donde se encuentra fue en el siglo XVI un vertedero de la ciudad, donde se amontonaban grava y escombros; esta montaña de escombros se hizo tan grande que se formó una colina artificial a la que se le dió el mitológico nombre del Parnaso. Durante la Revolución, aquí se enterraban los muertos de los hospitales, empezando a configurarse su actual perfil.
Aquí se encuentra la tumba de Serge Gainsbourg, o Lucien Ginsburg, nacido en 1928 y muerto en 1991, cantautor, actor y director de cine francés. Los visitantes dejan billetes de metro en memoria de la canción «Le Poinçonneur des Lilas».
También están aquí las de Sartre y Simone de Beauvoir, unidos en el sueño eterno; Baudelaire, Ionesco, Man Ray, Soutine, Dreyfus y Samuel Beckett. La del escultor rumano Constantin Brancusi luce una de sus propias obras: «El Beso», como la de Zao Wou-Ki, también realizada por ella misma, una escultora esposa del pintor contemporáneo del mismo nombre, que murió en 1972 y cuya obra de mármol blanco inquieta con sus formas redondeadas.
Foto: Vía Panoramio

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